miércoles, 28 de octubre de 2009

Pasiòn y locura entre la imagen y la palabra.

Las imágenes están, en gran medida, por sobre de las palabras, las imágenes son en formas infinitas. Las palabras finiquitan la realidad, en cuanto pueden traducir la imagen a símbolo. Las palabras dan opciones, las imágenes son, en sí mismas, opciones. Las palabras emergen de la razón, de la interpretación, del ejercicio que es pensar. Las imágenes son la realidad que te ataca, las palabras son la conciencia que te defiende. Sin embargo las imágenes, dentro de la infinitud de sus opciones, reducen la referencia y son, por así llamarlo, intrínsicamente sensoriales. Las palabras, por el contrario, remiten a una interiorización, a un proceso cognitivo y es ahí es donde se privilegia el dominio de la imagen sobre el símbolo. La fortaleza de la imagen radica en la complejidad que representa comprender el lenguaje. Ver resulta una actividad más sencilla que pensar, y no están ambas inevitablemente ligadas como se cree. La actividad sensorial que nos pone en contacto con la imagen resulta menos compleja que la actividad racional que nos permite relacionarnos con el lenguaje. El primer contacto, que es explícitamente lo que abordo, en ambos casos es distinto, mientras que la imagen se vale de un canal sensorial para ser integrada por el sujeto. Por supuesto que la imagen pasa, en cierto momento, por un ejercicio de razonamiento para ser procesada, pero puede prescindir de él. El lenguaje no puede prescindir de un proceso racional para ser interiorizado, en ningún momento.

La imagen se privilegia en detrimento de la actividad intelectual, no obstante que en ella radique la esencia de la razón puesto que no existe el lenguaje sin las imágenes. Estar rodeados de imágenes no significa adormecer los sentidos, nuestros sentidos se activan en éste entorno, estar rodeados de palabras no significa complejizar nuestra realidad. Las imágenes activan nuestros sentidos, el lenguaje es producto de esa incentivación sensorial: sí bien es cierto que la palabra es imagen, la imagen es la palabra también, y es en la exposición a esta relación donde surge la actividad humana a su más elevado nivel.
Es cierto que vivimos en un mundo saturado de imágenes, sin embargo no es posible concebirlo de una forma distinta. Entonces inventamos las palabras para obligarnos a pasar por la lupa de la razón a la realidad.

(Extracto de un ensayo inconcluso)

No hay comentarios:

Publicar un comentario