viernes, 9 de abril de 2010

Crónica de una insensatez

Por arrebatarme las tácticas de seducción,
mi escalofrío diurno.
Porque no hay plumas en mi escritorio
ni una sola
Signo unívoco
de que su aliento
reside en la implosión
de todos los escalofríos
de mi última vida,
aquella que se duerme temprano,
se levanta tarde,
le gusta sorber del vaso,
beber de noche,
beber de día,
atascarse la boca de palabras,
de besos arrugados en un papel, en la basura,
de hojas con letras
que hablan todas con el lápiz labial
que aun despide ese aroma

(Escalofrío)

de donde se desprende
el aliento de todos mis escalofríos.

(Escalofrío)

De ésta, mi primera,
y mi última vida.

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